Cuando la policía de Nueva York ingresó a su departamento durante la noche del 7 de diciembre de 1990 —hace 28 años— descubrieron el cuerpo del escritor junto a los restos de un cóctel mortal: un vaso de whiskey a medio tomar y un frasco de tranquilizantes vacío. Encontraron también una carta de despedida donde Arenas culpaba a Fidel Castro de su soledad, del destierro y de la enfermedad que lo orilló al suicidio. La nota firmada por Arenas tenía un posdata: “Para ser publicada”. El escritor nacido —el 16 de julio de 1943— en la provincia rural de Oriente en Cuba , no debió morir esa tarde; según el propio autor su muerte debió suceder durante el invierno de 1987. Ese invierno, entre severas y sudorosas fiebres y una inclemente pulmonía, los doctores detectaron en la sangre del autor, la terrible enfermedad que lo enganchó semanas a la cama de un hospital neoyorquino y que lo afligió por el resto de su vida. Reinaldo Arenas tenía sida . Una vez recuperado de la pulmoní
El arma de una guerrilla online