Hasta ahora se sabe poco, incluso dentro de Cuba, sobre el probable sucesor de Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel. Este ha ascendido posiciones con rapidez en el Partido Comunista, en el que inició como el primer secretario del partido en la provincia de Villa Clara.
Las anécdotas más populares de Díaz-Canel son que solía trasladarse en bicicleta cuando trabajaba en la capital de Villa Clara, Santa Clara, que usa un iPad y es fanático de los Beatles y los Rolling Stones. Pese a la propaganda, Díaz-Canel parece estar cortado con la misma tijera que Castro.
A diferencia de los herederos anteriores de los hermanos Castro, Díaz-Canel ha mostrado un perfil bajo y ha mantenido su lealtad.
El año pasado se filtró un video en el que aparecía reprochando a activistas de los derechos humanos y a las embajadas extranjeras por su “subversión”, un lenguaje que parece tomado directamente del manual de estilo de Castro.
Pero incluso si Díaz-Canel tiene deseos secretos de implementar reformas, tendría poco margen de maniobra para cambiar la dirección de la Revolución. Los 605 delegados de la Asamblea Nacional, quienes eligen al presidente y al Consejo de Estado —órgano de suprema del gobierno de Cuba—, solo pueden seleccionar a sus integrantes de una lista de candidatos oficialmente aprobados. No pueden esperarse cambios significativos cuando muchos de los funcionarios del gobierno, vienen de las entrañas mismas de la Revolución.
Por lo demás, la familia Castro continuará en la sombra de cualquier gobierno futuro de Cuba. Raúl Castro, aunque dejará la presidencia a sus 87 años, seguirá siendo el primer secretario general del Partido Comunista —el único partido oficial, y el organismo que impone la agenda del Estado— y mantendrá su cargo como comandante jefe de las Fuerzas Armadas, que controlan una gran parte de la economía cubana.
También hay otros Castro en el panorama. El hijo de Raúl, Alejandro, es una figura clave en el Ministerio del Interior, que controla la policía y se hace cargo de la vigilancia interna de la maquinaria represiva de Cuba. El general Luis Alberto Rodríguez, exyerno de Raúl, dirige Gaesa, una de las compañías militares de propiedades más grandes.
La economía es un área en la que el sucesor del castrismo podría tener posibilidad de hacer cambios. Y los cambios serán implementados por necesidad: la Revolución cubana agotó su vigor económico. En 2010, el mismo Raúl Castro admitió que el sistema económico cubano tenía deficiencias.
Para los cubanos sin acceso al estimado de 3,3 mil millones de dólares en remesas que llega a la isla cada año desde el extranjero y para aquellos que solo tienen acceso a las tiendas estatales y al sistema de libreta de racionamiento, la vida es poco prometedora.
El salvavidas económico de Cuba, el petróleo subsidiado de Venezuela, se está agotando, y el país no tiene una base de exportación diversa. Las leyes de inversión de 2014, destinadas a abrir la economía a la inversión extranjera, no han alcanzado sus objetivos. Incluso los éxitos promocionados de la Revolución en los rubros de salud y educación han sido erosionados por la escasez y la falta de inversión estatal.
El mayor desafío económico será unificar el actual sistema de doble moneda, que incorpora por separado el peso cubano y una moneda internacional para comerciar con otros países.
Unificar las dos monedas nacionales generará una convulsión en la economía, incrementará los precios de los bienes importados y significaría el fin del sistema contable de doble entrada que muchas empresas usan para mantenerse solventes de manera artificial, algo que generará inflación y desempleo. Modernizar y mejorar la economía cubana requiere resolver este cambio doloroso.
Es aquí donde Estados Unidos puede ser útil. Aunque no es de interés estadounidense promover la inversión extranjera para consolidar a un régimen anacrónico y represivo, tampoco es de su interés mantenerse al margen al tiempo que un vecino con economía frágil colapsa con la implementación de políticas fallidas. En el peor escenario, una implosión económica provocaría malestar social y una crisis migratoria en las costas estadounidenses.
Organismos supranacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial podrían, a instancias de Washington, recibir subsidios especiales para ofrecer asistencia económica al próximo gobierno cubano, mientras proporcionan cobertura internacional para los esfuerzos liderados por Estados Unidos. Cualquier apoyo tendría que darse junto a un mensaje contundente de Washington y los bancos de que el gobierno cubano no puede responder a las protestas sociales con represión.
Hacer esto requeriría restaurar al personal de la embajada estadounidense como estaba en tiempos anteriores a Donald Trump para que funcionarios de Estados Unidos puedan tener contactos más cercanos con el gobierno cubano y con la población, tal como se negoció durante la gestión de Obama.
Aunque de forma gradual, el cambio generacional está llegando a Cuba. Y, sin importar que Díaz-Canel quiera o no abordarlas, el país enfrenta decisiones económicas muy complicadas.
En lugar de mantenerse a la distancia y no comprometerse, Estados Unidos debe jugar un papel prudente y de principios para ayudar a Cuba y, al hacerlo, moldear su futuro hacia más apertura económica y política.
Con 603 votos de 604, es el nuevo presidente de Cuba Miguel Díaz Canel ©Internet |
A diferencia de los herederos anteriores de los hermanos Castro, Díaz-Canel ha mostrado un perfil bajo y ha mantenido su lealtad.
El año pasado se filtró un video en el que aparecía reprochando a activistas de los derechos humanos y a las embajadas extranjeras por su “subversión”, un lenguaje que parece tomado directamente del manual de estilo de Castro.
Por lo demás, la familia Castro continuará en la sombra de cualquier gobierno futuro de Cuba. Raúl Castro, aunque dejará la presidencia a sus 87 años, seguirá siendo el primer secretario general del Partido Comunista —el único partido oficial, y el organismo que impone la agenda del Estado— y mantendrá su cargo como comandante jefe de las Fuerzas Armadas, que controlan una gran parte de la economía cubana.
También hay otros Castro en el panorama. El hijo de Raúl, Alejandro, es una figura clave en el Ministerio del Interior, que controla la policía y se hace cargo de la vigilancia interna de la maquinaria represiva de Cuba. El general Luis Alberto Rodríguez, exyerno de Raúl, dirige Gaesa, una de las compañías militares de propiedades más grandes.
La economía es un área en la que el sucesor del castrismo podría tener posibilidad de hacer cambios. Y los cambios serán implementados por necesidad: la Revolución cubana agotó su vigor económico. En 2010, el mismo Raúl Castro admitió que el sistema económico cubano tenía deficiencias.
Para los cubanos sin acceso al estimado de 3,3 mil millones de dólares en remesas que llega a la isla cada año desde el extranjero y para aquellos que solo tienen acceso a las tiendas estatales y al sistema de libreta de racionamiento, la vida es poco prometedora.
El salvavidas económico de Cuba, el petróleo subsidiado de Venezuela, se está agotando, y el país no tiene una base de exportación diversa. Las leyes de inversión de 2014, destinadas a abrir la economía a la inversión extranjera, no han alcanzado sus objetivos. Incluso los éxitos promocionados de la Revolución en los rubros de salud y educación han sido erosionados por la escasez y la falta de inversión estatal.
El mayor desafío económico será unificar el actual sistema de doble moneda, que incorpora por separado el peso cubano y una moneda internacional para comerciar con otros países.
Unificar las dos monedas nacionales generará una convulsión en la economía, incrementará los precios de los bienes importados y significaría el fin del sistema contable de doble entrada que muchas empresas usan para mantenerse solventes de manera artificial, algo que generará inflación y desempleo. Modernizar y mejorar la economía cubana requiere resolver este cambio doloroso.
Es aquí donde Estados Unidos puede ser útil. Aunque no es de interés estadounidense promover la inversión extranjera para consolidar a un régimen anacrónico y represivo, tampoco es de su interés mantenerse al margen al tiempo que un vecino con economía frágil colapsa con la implementación de políticas fallidas. En el peor escenario, una implosión económica provocaría malestar social y una crisis migratoria en las costas estadounidenses.
Organismos supranacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial podrían, a instancias de Washington, recibir subsidios especiales para ofrecer asistencia económica al próximo gobierno cubano, mientras proporcionan cobertura internacional para los esfuerzos liderados por Estados Unidos. Cualquier apoyo tendría que darse junto a un mensaje contundente de Washington y los bancos de que el gobierno cubano no puede responder a las protestas sociales con represión.
Hacer esto requeriría restaurar al personal de la embajada estadounidense como estaba en tiempos anteriores a Donald Trump para que funcionarios de Estados Unidos puedan tener contactos más cercanos con el gobierno cubano y con la población, tal como se negoció durante la gestión de Obama.
Aunque de forma gradual, el cambio generacional está llegando a Cuba. Y, sin importar que Díaz-Canel quiera o no abordarlas, el país enfrenta decisiones económicas muy complicadas.
En lugar de mantenerse a la distancia y no comprometerse, Estados Unidos debe jugar un papel prudente y de principios para ayudar a Cuba y, al hacerlo, moldear su futuro hacia más apertura económica y política.
Cosas que quizás no sabías del actual presidende de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez:
- Natural de la ciudad de Placetas en Villa Clara.
- Nació el 20 de abril de 1960.
- Es graduado de la Universidad Central "Marta Abreu" de las Villas (UCLV) como Ingeniero electrónico en 1982.
- Formo parte del claustro en la UCLV donde además asumió responsabilidades como dirigente de la Unión de Jóvenes Comunistas.
- Trabajar durante tres años al Ministerio de las Fuerzas Armadas (FAR).
- En algunos lugares se le conoce como “el rubio”.
- Entre 1987 y 1989 fue a una "misión internacionalista” en Nicaragua y allí dirigió el comité de base de la UJC del grupo.
- En 1994 a Díaz-Canel lo designaron -desde el Comité Central- como primer secretario provincial del partido de Villa Clara.
- En 2003 hizo falta en Holguín y para allá fue a intentar hacer lo mismo.
- Fungió como Ministro de Educación Superior.
- El 24 de febrero de 2013, se convertiría en el primer vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros de Cuba.
- Miguel Díaz-Canel tiene dos hijos con Martha, su primera esposa.
- Actualmente está casado con Lis Cuesta Peraza, una profesora universitaria que trabaja para la agencia de turismo Paradiso.
- Su padre, Miguel Díaz-Canel, es mecánico tornero, y su madre, Aida Bermúdez, maestra.
- Desde que era estudiante le encantaba el deporte, sobre todo el baloncesto. En el fútbol, su equipo es el FC Barcelona.
- Tiene raíces asturianas.Es bisnieto de un castropolense, Ramón Díaz-Canel.
No, aquí hay una contradicción, según la "Constitución" vigente el Presidente del Consejo de Estado (o sea, posiblemente Díaz-Canel, es el Jefe de las FAR). O sea que Díaz-Canel, de ser elegido, será el jefe de Raúl militarmente, pero Raúl será su jefe políticamente. Si usted lo entiende, ruego me lo explique, por favor.
ResponderEliminarEl Presidente de Cuba, formalmente Presidente del Consejo de Estado y de Ministros de la República de Cuba, es el Jefe de Estado y de Gobierno de la nación. Desde la proclamación de la Constitución de 1976, es electo, junto con el Consejo de Estado, por la Asamblea Nacional del Poder Popular por un período de cinco años reelegibles ilimitadamente. Actualmente a propuesta de Raúl Castro, se lleva a cabo un proceso de modificación de la constitución, el cual estipulará que solo se podrá ocupar el cargo por un período de 5 años, reelegible una sola vez.
EliminarPero en efecto, usted tiene razón al decir que “el Presidente del Consejo de Estado es el Jefe de las FAR”. Según el Artículo 93 en su inciso g) de la actual Constitución de la República de Cuba, el Presidente del Consejo de Estado y Jefe de Gobierno “desempeñará la Jefatura Suprema de todas las instituciones armadas y determinar su organización general;”. No importa lo que diga la Constitución, Díaz-Canel, para decirlo como Homero en La Ilíada, no tiene areté (excelencia) suficiente para ser dictador. No lo van a dejar ejercer como comandante en jefe. No podrá dar órdenes ni a un cabo de escuadra. Tampoco será de veras jefe de Gobierno.
Por eso, más que ser el Mijail Gorbachov que muchos desean para que comience a cambiar las cosas en Cuba, el posible nuevo presidente parece que emulará con Dorticós, no importa lo que diga la Ley de Leyes. A fin de cuentas a Dorticós en la Isla lo llamaban "presidente", y todos sabían que no lo era.
Hasta ahora los cargos de presidente, jefe del Partido y comandante en jefe siempre han recaído en una sola persona: Fidel, y luego Raúl.
Pero a partir de ahora se presentará en Cuba un escenario inédito pues un civil es comandante supremo de las FAR.
Ante semejante desajuste institucional podrían ocurrir una de estas tres cosas: 1) en cualquier momento se convoca una reunión de la Asamblea Nacional del Poder Popular para enmendar la Constitución; 2) el general Castro pudiera remontar el país a los tiempos en que Osvaldo Dorticós era un jefe de Estado de cartón, sin poder real; y 3) elegir como presidente a uno de los miembros de la Junta Militar no anciano para que luego sustituya al primer secretario del PCC en 2021, o cuando Castro II lo decida, o fallezca.
Esperemos y se verá la verdad de quién tendrá la “Jefatura Suprema de la FAR”.
Saludos respetuosos y gracias por comentar