Tras varias horas de espera, a Omara Ruiz Urquiola le dicen que puede pasar. Un guardia le señala el camino. Le acompañarán dos oficiales. Un Teniente Coronel de la jefatura de prisiones en Pinar del Río, y un Mayor, el jefe de la sala de penados del Hospital Provincial Clínico Quirúrgico Abel Santamaría Cuadrado. Campaña Internacional para la liberación de Ariel Urquiola. Foto Internet. Los dos militares van delante, no hablan ni miran atrás. Avanzan por un pasillo estrecho, abren la cerradura de una primera reja y esperan por Omara para volverla a cerrar. Una secuencia que se repetirá cuatro o cinco veces más a lo largo del pasillo, quizás una sexta; Omara no recuerda cuántas exactamente. Los dos militares y Omara llegan ante una puerta de madera. Uno de ellos gira la empuñadura y le indica que entre. Allí está su hermano. En la sala hay tres camas numeradas, una junto a la otra. La 25 y la 27 están vacías. En la del medio, la 26, está acostado Ariel Ruiz Urquiola, 43 años
El arma de una guerrilla online