Estación de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) en Santa Clara, exhibe la Bandera Cubana desdeñada. (L. VAREA) |
La bandera de la
estrella solitaria representa la unión de sus habitantes por defender su país
ante todo. Es el mayor símbolo de lealtad y honor de todos los cubanos.
Esta
insignia y el escudo nacional fueron creadas por la misma persona: Miguel
Teurbe Tolón. Las especificaciones de diseño de ambos fueron establecidas por Tomás
Estrada Palma, mediante Decreto, el 21 de abril de 1906 y han permanecido sin
modificaciones oficiales desde entonces.
El respeto por los
símbolos nacionales no se reduce a los actos formales, que es algo mucho más
hondo, más personal. Si inquirimos en el tema, probablemente encontremos que
justamente la formalidad y los actos mecánicos, son responsables de esa desidia
evidenciada en la sociedad cubana. Estos detalles deberían hacernos repensar el
modo en que nos acercamos a esos íconos.
Hablo de no
ponerse de pie o no detener la marcha ante el himno o la bandera, de
instituciones estatales que al tener una réplica de la enseña nacional no la
usan correctamente o se olvidan de bajarla al anochecer o cuando llueve. Hablo
de quienes la cargan de cualquier forma, la dejan caer e incluso no la cambian
cuando está rasgada. Hablo de sus modificaciones arbitrarias.
¿Acaso la
explicación a lo que sucede podría estar en el valor que tienen estos símbolos
para las generaciones actuales, porque no pertenecemos a ese grupo de hombres
que los creó para expresar al mundo el deseo de una Cuba libre?
Los que habitamos
actualmente el país, no estuvimos entre quienes sangraron para consagrarlos en
los campos a fuerza de machete, ni tampoco sentimos el dolor de verlos
proclamar una soberanía inexistente, en aquellos días en que el poeta decía:
que no deben ondear dos banderas/ donde basta con una: ¡la mía!
¿Cómo hemos
llegado de la indignación que provocó en el pueblo que un grupo de marines estadounidenses
mancillaran la estatua de Martí, a la indiferencia con la que a veces miramos a
quienes se sientan o dañan monumentos dedicados a nuestros próceres y mártires?
No tengo la
respuesta. Más se me ocurre que no podemos vaciar de sentido aquello que nos
identifica, que es esencia misma de lo que somos como nación.
Modificación de la Bandera Nacional con toda impunidad del Gobierno de Raúl Castro. (L. VAREA) |
Sobre este último
hecho, Desiderio Navarro, director de la revista Criterios, lo calificó de vergüenza.
Esto no es más
que una vergüenza que retoma, recombina y refuerza (…) algunos de los peores fenómenos
negativos señalados más de una vez en los Consejos Nacionales y en las
reuniones de la Comisión de Cultura y Turismo de la UNEAC, aseguró el
investigador y traductor en un correo electrónico que circuló y donde adjuntó
fotos de bailarinas que utilizaban como ropa el símbolo patrio y que refirió Diario de Cuba.
El respeto supremo a la bandera puede verse claramente en
la Ley de los Símbolos Nacionales y su Reglamento: Ley No. 42-1983, y en el
Decreto No. 143 -1988, respectivamente. Hay en ellos 25 artículos que
corresponden a la bandera nacional. Esta protección y regulación minuciosa del
uso de la bandera dice mucho de su consideración y peso en la simbología
nacional.
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Bailarinas que recibieron a los turistas del Adonia. (CARTAS DESDE CUBA) |
No creo que
posibilitar que quien lo desee pueda adquirir una bandera cubana solucione el
problema. Pero si alguien quiere hacerlo, entonces debería estar a su alcance a
partir de ponerle precios más razonables.
Ningún cambio en el modo de relacionarnos con nuestros atributos nacionales estará completo si no miramos hacia las esencias. Eso, en mi opinión, es recordarnos a cada segundo de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde vamos.
Ningún cambio en el modo de relacionarnos con nuestros atributos nacionales estará completo si no miramos hacia las esencias. Eso, en mi opinión, es recordarnos a cada segundo de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde vamos.
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